Alguna vez te has preguntado quién es un líder? Digo un líder real. Un presunto líder natural. Yo sí… y debo decir que en mi vida he conocido a muchos (¡falsos!), que se atribuían un valor similar, de una manera completamente acrítica y autorreferencial.
Pero, entonces, ¿cómo reconocemos a un verdadero líder?
Un líder natural es el que no trata de imponerse de todos modos, en cada situación o por medio de la intimidación, sino el que sabe tomar el control sólo si y cuando es realmente necesario.
Es quien observa atentamente, comprende y valora las actitudes de sus colaboradores; no actúa en primera persona a toda costa. Es el que no teme ponerse en duda, ni involucrarse y, si el partido sale mal, no atribuye el fracaso a sus colaboradores, sino que asume la responsabilidad ante todo. Así como, por otro lado, no se lleva todos los méritos del éxito por sí mismo, sino que los reconoce en el trabajo de todo el equipo. Es comunicativo y consigue motivar al equipo haciéndolo muy unido. Es un elemento coagulante dentro del grupo. Su ser, su predicar y su actuar son siempre coherentes entre sí e inspirados en el sentido común.
Por esto es admirado y respetado por los demás, quienes espontáneamente se inclinan a seguir su ejemplo. Respeta los recursos disponibles, que sean materiales o humanos: nunca abusa de ellos.
Y por último, sabe mirar lejos, más allá de los que a otros pueden parecer obstáculos y barreras ante una meta. Pero no guarda celosamente esta capacidad de ver: ayuda a quienes lo rodea a ampliar sus horizontes en la misma medida.
Y tú… ¿cuántos líderes reales conoces?
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