La mía no es una reseña típica. Es más una reflexión. He leído «Ho ancora gli occhi da cerbiatto» (CSA Editrice, Todavía tengo ojos de cierva) y os diré lo que pienso.
Cuando la escritura se convierte en instrumento de auténtica catarsis y libera al alma del peso inútil de las incrustaciones terrenales, alcanza sus expresiones más sublimes. Más aún cuando lo hace posible una pluma tan sincera y cristalina como la de Salvatore Claudio.
La vida no debe contarse mintiendo, omitiendo o edulcorando sus rasgos más oscuros. La vida real debe ser contada por lo que es. Porque la farsa de las apariencias y la medida de la aprobación de los demás para sentirse legitimados para vivir la propia en este mundo, por lo que realmente eres, son una inútil puesta en escena para distraernos de la dura realidad de nuestro ser mortal. Y olvidando esto, dejamos que otros dicten las reglas de nuestra vida, llegando muchas veces al punto de negarnos a nosotros mismos para conformarnos.
Renegar de nosotros mismos y dejar que la vida se nos escape de las manos. A menudo sin siquiera darse cuenta. Para realizarlo, y además incluso para contarlo, se necesita mucho, pero sobre todo mucho coraje. ¡Y Salvatore Claudio tiene mucho! Más aún si la vida ha sido tan difícil y amarga de digerir. Pero es precisamente de este coraje de donde viene el rescate. Y, por más dolorosa que haya sido su historia, Salvatore Claudio nos recuerda que el rescate puede existir, en cualquier caso y para cualquiera persona: simplemente sirve no rendirse nunca, tener valor y, a pesar de todo, seguir esperando.
¡Lectura realmente recomendada para todos!
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